Los residuos orgánicos eliminados en un vertedero sufren una degradación biológica durante la cual se genera gas de vertedero, el cual se compone fundamentalmente de metano (50-70 %), dióxido de carbono (20-50 %), nitrógeno (4-20 %), vapor de agua, ácido sulfhídrico y compuestos orgánicos halogenados y organosulfurados. El metano es uno de los gases responsables del efecto invernadero, siendo una obligación su captación y adecuada gestión a fin de reducir sus efectos.

Para su captación, cubriendo toda la superficie del vertedero se disponen una serie de pozos a los cuales se conectan las tuberías que conducen el biogás las casetas de regulación. Cada caseta cubre una determinada zona del vertedero y a cada una llegan 12 ó 16  líneas de conducción. Las distintas líneas se agrupan en un colector general sobre el que se dispone una válvula de seccionamiento manual, una válvula de regulación de membrana para ajustar la depresión en la estación y un calderín para la separación de condensados.